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dabicilandia

rio de pensamientos

Me di cuenta de que era necio tratar de conseguir la admiración del maestro imitando el aspecto exterior de un buda: tenía que vencer mi caos mental. Constaté que en todo momento mi espíritu estaba invadido por diálogos interminables, monólogos, juicios, imágenes a las que , poniéndoles nombre, comparaba con otras. Lllamé a esto "cacareo mental". Empecé a tratar de no dejar entrar palabras en mi espíritu. Luché tres años hasta poder al fin, cada vez que lo deseaba, quedarme con la mente limpia de palabras. Mucho me alegré de esta victoria. Sin embargo me di cuenta de que para lograr borrar el lenguaje, tenía que dedicar toda mi atención a ello, es decir , hacer un esfuerzo continuo. Ese no era el camino correcto para interrumpir el camino interior. Lo que debía hacer era más bien desidentificarme de mís pensamientos. Eran míos pero no eran yo. Mientras meditaba dejaría que las palabras atravesaran mi mente como si fueran nubes llevadas por el viento. Las frases vendrían, nadie se apoderaría de ellas, se irían

 

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